Nadie vive en la calle (ni en un aeropuerto) porque quiere (parte 1)

Durante las últimas semanas se ha hablado y escrito mucho sobre la situación de sinhogarismo que se vive en los aeropuertos españoles. El incremento de personas que pernoctan en el aeropuerto de Barajas, así como el supuesto desalojo que han sufrido las que se encontraban en el aeropuerto del Prat, ha hecho que una situación normalmente invisibilizada, la de miles de personas que no pueden construir un hogar por ellas mismas, haya aparecido en la conversación pública de manera inusual. Se han pronunciado trabajadores y sindicatos de los aeropuertos, representantes de las administraciones y trabajadores del ámbito social, académicos, varias ONG y numerosos medios de comunicación han ofrecido cobertura del asunto, hasta llegar al punto de convertirse en una cuestión de rifirrafe político entre el alcalde de Madrid y el delegado del gobierno en la región.

Como entidad con una amplia experiencia de más de 25 años en el acompañamiento y sensibilización acerca de la situación sin hogar queremos aportar nuestro punto de vista, conociendo de primera mano la dificultad para abordar una circunstancia de este tipo en la que hay muy pocas certezas a la hora de encontrar una solución.

En primer lugar, en nuestra opinión, se debe partir de una premisa: el sinhogarismo es un fracaso colectivo que implica a todos los actores de una sociedad. Las personas que lo sufren han sido expulsadas del sistema colectivo a través de un proceso de exclusión que tiene múltiples causas. Las decisiones individuales son sólo un factor más entre muchos otros de tipo estructural (económicos, sociales, políticos…), por lo tanto no se puede responsabilizar únicamente a ellas de su situación. Además, hay que añadir que nadie está en la calle porque quiere, el mito de que algunas personas eligen vivir en esa situación se desmonta desde la comprensión de que es un falso dilema: la mayoría de las veces no se les ha ofrecido una alternativa digna, a lo que hay que añadir la dificultad de la pérdida de confianza en el sistema (y en uno mismo) para aceptarla.

Por lo expuesto anteriormente, cualquier abordaje de esta realidad que tenga realmente intención de ofrecer una solución digna y a largo plazo, debe poner en el centro a las personas que viven ese dramático momento, teniéndolas en cuenta y garantizando sus derechos y que se cubran sus necesidades. En definitiva, haciéndoles sentir como lo que son, personas que son valor en sí mismas (como todas las demás) y que importan al resto. Ese es el primer paso para recuperar su pertenencia social. Para hacer este ejercicio de comprensión ayuda entender que los aeropuertos y las estaciones han sido tradicionalmente lugares de refugio, tanto por sus condiciones climáticas como de protección física y anonimato que ofrecen.

Es preocupante que un primer momento no se haya adoptado este enfoque y se haya utilizado un tono alarmista tanto en el manejo de las cifras como en presentando el problema como una cuestión de seguridad. Para ello se han citado informes de sindicatos de AENA/ENAIRE sin contexto, fuentes policiales sin aportar más datos, así como declaraciones de trabajadores y de las propias personas afectadas basadas en sus percepciones subjetivas.

Introduciendo un poco de contexto, los datos de atención por parte de los equipos municipales en 2024 para el distrito de Barajas muestran una media 70 personas de un total de 1200 personas para todo el municipio. Sin duda esas cifras no son exactas y subestiman el total de personas, que además se ha ido incrementando paulatinamente a lo largo del año, pero hay que cuestionar la cifra de 500 personas que se ha repetido en numerosas ocasiones si no está apoyada por una evidencia más concluyente. Que no se esté dando la posibilidad a los profesionales municipales ni las entidades que trabajan día a día sobre el terreno, y que hacen mediciones cualitativas y cuantitativas, de implicarse de una manera más efectiva, impide un mejor conocimiento de la realidad.

Con relación a esto, por un lado, cuesta bastante creer que entre esas personas no haya ni un solo solicitante de asilo (o que todos se encuentran en otras dependencias aislados), como indica la versión de la delegación del gobierno, y por otro, parece que la cifra de únicamente 71 personas en situación sin hogar que ofrece el ayuntamiento se queda bastante corta. El primer paso para encontrar una solución a cualquier problemática es conocerla adecuadamente y, como tantas veces se ve en este ámbito, se está produciendo una evidente falta de información precisa.

También habría que señalar lo que podríamos llamar el enfoque delictivo, esto es, destacar los incidentes conflictivos que se han producido, elevándolos a la categoría de norma y presentando únicamente declaraciones subjetivas que ofrecen un mismo punto de vista. Esto hace que se generalice una sensación de inseguridad que únicamente contribuye a la criminalización de todas las personas en situación sin hogar y ahonda en el estigma construido socialmente durante años, que no tiene ningún fundamento probado. Los pocos estudios, como el de la Cátedra Contra el estigma, que hay al respecto indican lo contrario.

No quiere decir que no se hayan producido ni se vayan a producir situaciones conflictivas. El hacinamiento, la tensión y la agrupación de personas de distinta índole son factores que sin duda pueden generarlas, como sucedería en cualquier otro terreno. Se trata de abordar estos conflictos desde la empatía, desde la comprensión a unas personas que está sufriendo un momento realmente duro, probablemente el más duro al que cualquiera nos podríamos enfrentar, y ponernos verdaderamente en su lugar, pensando como actuaríamos nosotros en una situación así de difícil.

Los estudios citados anteriormente indican que, lejos de provocarla, las personas en situación sin hogar sufren mucho más la violencia que las que tienen una vida “normalizada”. Las entidades y trabajadores municipales que acuden al aeropuerto han constatado el hostigamiento y violencia hacia estas personas, convirtiéndose su trabajo  casi en una labor de mediación entre ellas y AENA. Esto es algo que no podemos permitir. Por supuesto que hay que comprender a los trabajadores, tanto del aeropuerto como de los servicios municipales, ya que es difícil realizar cualquier labor en esas condiciones de tensión que surgen de una circunstancia que no se debería estar produciendo. Pero también hay que pedirles comprensión y no se puede justificar desde el punto de vista de la seguridad actitudes violentas o de aporofobia. Por lo tanto hay que exigir a AENA que, mientras se encuentra una solución adecuada, trate a las personas con la dignidad y sensibilidad que todos merecemos.

Para concluir el planteamiento de la situación hay que ofrecer una nota positiva. En los últimos días, el enfoque tanto de los medios como de los demás actores implicados parece estar empezando a ir en la línea planteada. Es de agradecer y es el primer paso en la construcción de una solución duradera.

El feminismo en la encrucijada(1)

Paloma Uría

Oviedo, 2023

KRK ediciones. Cuadernos de pensamiento 39

 

Este libro de pequeño formato (11,50×16,50) y 78 páginas,  se acabó de imprimir el 3 de noviembre de 2023, al  cumplirse 230 años de la ejecución, guillotinada, de Olympe de Gouges, autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, como nos recuerda la edición.

Seis capítulos componen la obra de lectura dable e interesante, porque el feminismo del que nos habla viene de una mirada que lo inserta en su contexto y porque después de examinarlo osa hacer propuestas para un nuevo ciclo, cuestión que vale la pena debatir.

En la contraportada del libro se expresa bien el contenido:

La autora comenta la evolución y transformación experimentada por el feminismo desde los primeros años de su formación como movimiento social combativo, en la etapa de la transición democrática, hasta los años inquietos del presente. Fija su atención en los períodos de gobierno de la izquierda y en la progresiva institucionalización y politización del movimiento feminista. Se detiene en un análisis crítico de los principales rasgos de la ideología feminista más difundida y apunta una visión más amplia de sus preocupaciones y objetivos. Desde la convicción de que el movimiento feminista ha cumplido un ciclo, aporta sugerentes propuestas más acordes con la nueva etapa. Finalmente, llama a configurar un movimiento más amplio que incluya e incorpore, con una perspectiva feminista, a todas las personas que participen de la necesidad de combatir las crecientes desigualdades y alumbrar un mundo más justo.

La claridad expositiva y la concisión de los capítulos en los que describe la evolución del feminismo son meritorias. También, desde luego, la descripción del feminismo hegemónico, al que dedica el capítulo 4. Los dos últimos capítulos son los que suscitan mayor debate. El Feminismo hoy y  Propuestas para un nuevo ciclo, capítulos 5 y 6.

Sostiene la autora que el movimiento feminista cumplió un ciclo,  que hoy sigue haciendo falta el feminismo pero,  en un tiempo de crecimiento generalizado de las desigualdades y la mayor conciencia de la  diversidad de las mujeres – a diferencia de antaño  con posiciones más centradas en la identidad MUJER-, el sujeto político del feminismo  no es ya el que era.

“[…]El feminismo hoy tiene que recoger y apoyar las reivindicaciones de las mujeres en posiciones sociales más discriminadas (inmigrantes, empleadas de hogar, temporeras), pero al mismo tiempo, se debe tener conciencia de que su situación, aunque marcada por el género, es similar a la de los inmigrantes varones o los temporeros y otras muchas personas afectadas por la xenofobia y el racismo, la pobreza e incluso la miseria. No se puede entrar en si las mujeres sufren más o menos que otras personas explotadas, ni se puede pedir la abolición solo para las mujeres de la Ley de Extranjería, ni mejorar la contratación solo de las temporeras. Es preciso potenciar la solidaridad e integrar las reivindicaciones, pero ¿desde el feminismo? O quizá desde un movimiento social más amplio que se impregne de feminismo y en el que esté permanentemente presente la perspectiva de género. Los derechos de las mujeres formarán parte, de este modo, de una lucha más general contra las discriminaciones y desigualdades socioeconómicas…” (71-72)

Organizaciones capaces de integrar demandas y que impliquen a los hombres, en las demandas feministas y de justicia e igualdad para las mujeres.

De pensar e intercambiar ideas es de lo que se trata. Desde la politización del feminismo, el movimiento se fue vaciando en la medida en que las iniciativas y los debates se daban en los parlamentos al calor de las leyes propuestas por los partidos políticos. De hecho, los Medios de Comunicación preguntan a los partidos o a instituciones diversas que se ocupan de estas cosas  y ya no a las organizaciones feministas. Estas, tienen una existencia pequeña, en buena medida, por la existencia tan pegada y dependiente de las instituciones. Esto no  quiere decir  que no sea valioso el trabajo que hacen. En el feminismo,  en las demandas y reivindicaciones LGTBIQ y desde luego en la puesta en cuestión  del binarismo de género y de como estos, los géneros, sustentan la estructura social.

Paloma Uría, ha expresado largamente  sus preocupaciones sobre el feminismo en textos incluidos en Polémicas Feministas (1985) o Alianzas Rebeldes (2021).  El el  libro Un feminismo que no llegó al poder (2009) y en multitud de artículos. Varios de ellos en Andaina: revista galega de pensamento feminista.

D.B.


(1) Publicado en el nº 73 de Andaina: Revista Galega de Pensamento Feminista, 2024

Presentación del libro: «Operación Caperucita» de Xuan Cándano

Estamos ante un libro excelente de historia novelada (en lugar de novela histórica), muy riguroso y muy cinematográfico (de hecho está relacionado con dos películas: Operación Ogro y Lobo. Más recientemente, La Infiltrada).

En el libro se desgrana la historia de dos importantes atentados de ETA con resultados y efectos sobre la izquierda española bien distintos: el atentado contra Carrero Blanco en 1973, y el atentado de la Calle del Correo, en 1974. En el primero los daños fueron limitados y hubo dos víctimas colaterales, además de que no hubo detenidos, dada la sorpresa que causó ETA; mientras que en el atentado de la Calle del Correo, junto a la DGS, murieron 13 personas, de las que solo una era policía, y hubo más de 70 heridos, además de que los activistas que apoyaron a los autores de ETA fueron detenidos y sufrieron torturas y la represión más brutal. Además, el primer atentado fue celebrado por toda la izquierda antifranquista, mientras que el segundo fue condenado y atribuido a la extrema derecha. Hasta 2018 ETA no reconoció ser autora de ese atentado.

En ambos atentados fue clave Eva Forest, con el apoyo del Colectivo de Solidaridad Karl Marx, al que también pertenecía su pareja Alfonso Sastre. Esto nos muestra la importancia del factor humano, además de las estructuras organizativas. Sin Eva Forest, ninguno de los dos atentados se hubiera producido.

En el libro se desvelan varios asuntos y debates interesantes, que fueron muy importantes durante el final del franquismo y la transición española. La forma en que se cerraron esas discusiones todavía tiene impacto en nuestras vidas.

Se trata, por ejemplo, el papel de la cultura y la falta de información en una sociedad como la franquista. Ya se entrevén las luchas culturales, que tan importantes son en nuestros días. Retrata también el autor la incompetencia policial de la época, incapaz de detectar los movimientos de ETA en Madrid, a pesar de que una veintena de activistas llegaron a viajar a la capital. Poca finura investigadora y mucha tortura y crueldad para obtener información.

Se reflexiona también sobre el papel de La violencia revolucionaria en la izquierda española. Las circunstancias daban pie a la extensión de ideas revolucionarias: la caída de Allende, que intentó el socialismo con reformas democráticas; la presión sobre la exitosa revolución cubana; el golpe de estado en Guatemala, que desató el horror posterior; el golpe en Argentina… Esta convivía con triunfos revolucionarios como el de China, el de Cuba, el de Vietnam, el de los movimientos descolonizadores,…

Se abren paso pensamientos pacifistas y no violentos en sectores de la izquierda: se considera la ética y los valores y no solo se discute sobre la oportunidad política (como hicieron los integrantes del Comité Karl Marx, tras el atentado de la Calle del Correo), sino de la legitimidad de usar la violencia política.

En el libro cierra el tema sobre el conocimiento/apoyo de la CIA al atentado de Carrero (y aún al de la Calle del Correo), al no existir ni un solo indicio o documento que vaya en esta dirección. Pone de manifiesto que tenían un experto en túneles y dinamita y que Eva Forest dio la información necesaria para el atentado (era la famosa sombra)… ¿Por qué se mantiene abierto ese debate?

El debate ruptura frente a la reforma y los pactos del PCE para que se produjera una transición negociada aparece varias veces. También da lugar a discutir sobre la transición española y lo pudo tener de positivo o negativo.

En diciembre de 1984 se transfiere el edificio de la DGS a la CAM, sin ninguna memoria ni reparación. Los madrileños siguen abriendo botellas de cava enfrente de ese edificio infernal, donde tanta gente ha sufrido torturas, en cada Nochevieja. Solo Ahora se plantea colocar una placa, con la reacción furibunda en contra del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. La desmemoria actual ¿es hija de nuestra transición?, ¿no debería la izquierda haber tensado más la situación?