Estas Jornadas han reunido a 400 personas en el auditorio y algunas más por streaming. La asistencia estuvo compuesta por gente bastante joven y por supuesto mayoritariamente por mujeres, de todas las edades. La grabación estará disponible en la página web del Museo Reina Sofía.
Las mesas han estado presentadas por feministas de largo recorrido como Cristina Garaizabal y Paloma Uría, a las que se han sumado voces más jóvenes como Clara Serra, Laura Macaya, Miquel Missé. Entre los invitados de diferentes profesiones, estaban Carme Guil (jurista), Sara Rodríguez (pedagoga), Mª Antonia Caro (educadora social), Santiago Alba Rico (filósofo y ensayista), Gerard Coll (sociólogo), Noemí Parra (doctora estudios de género), Josetxu Riviere, (especialista en igualdad, género y masculinidades). El programa completo se puede encontrar en www.alianzasrebeldes.org. Antes de poner mis notas sobre lo que se habló, creo que es necesario contextualizar los debates feministas en el momento actual.
En el año 2018 el gobierno impidió la inscripción legal del Sindicato de Trabajadoras Sexuales (OTRAS). De esta forma, dejaba como únicas alternativas a la prostitución la abolición o la legalización. Cristina Garaizabal escribía en el diario El País un artículo sobre esta cuestión, con el título “Este feminismo no es el mío”, donde señala que considerar a las mujeres “víctimas obligadas a ejercer la prostitución implica invisibilizar a todas las que se consideran trabajadoras… Escucharlas es imprescindible para acertar en las medidas políticas”. Otra polémica importante es sobre la cuestión de las personas trans, y su papel en el movimiento feminista . Miquel Missé escribe en El País (2019) con el título “No ofende quien quiere” y señala que fue en EEUU “cuando una corriente feminista señaló la transexualidad como un caballo de Troya en el feminismo”. Entre otras cosas destaca en el artículo dos derivas importantes de algunas feministas, el “identitarismo” y el “victimismo”. La siguiente cuestión objeto de debate ha sido la aprobación de la “ley del solo sí es sí”. En un artículo del El País, (2022) escrito por Clara Serra, Paloma Uría y Noemí Parra, entre otras, con el título “La ley del solo sí es sí: los árboles y el bosque”, señalan que “la polémica sobre la rebaja de penas por abuso sexual sitúa una vez más el debate sobre la violencia machista en el ámbito penal y ha puesto a la sociedad a pedir penas más duras en lugar de aportar soluciones más eficaces para las mujeres “.
Por último, Clara Serra en El País (2023) escribe un artículo “La verdad del deseo”, donde indica, en un posición crítica, que entre algunas feministas hay la idea de proponer el deseo sobre el consentimiento de las mujeres. Escribe con ironía que eso es tomar al deseo “como un ideal, libre de intoxicaciones patriarcales”. Continua diciendo que esta “mistificación del deseo” ha procurado el abandono del lema “no es no” por el “slogan sólo sí es sí”. Ahora paso a contar lo que me pareció más relevante.
Los ejes de trabajo han girado sobre los artículos reseñados más arriba: 1º) “sexualidad, deseo y consentimiento”; 2º) “cuando todo es violencia, nada es violencia; 3º) “la sociedad civil, el Estado y las políticas públicas”; 4º) “malestares de género en la adolescencia: transiciones, tensiones y fugas”. Al inicio Mamen Briz, también activista con años de experiencia, dijo que en estas Jornadas se trataba de “explorar en voz alta las contradicciones, reivindicar el derecho a confundirse” y también a “hablar desde el desacuerdo entre feminismos”. Efectivamente, fue una declaración de intenciones del tono de la Jornada, se trató más de exponer problemas, dificultades e impasses, que de dar soluciones fáciles. En el primer punto (deseo y consentimiento) Cristina Garaizabal dijo que el “psicoanálisis da pistas” sobre el tema del deseo en la medida que existe un “vínculo entre deseo y satisfacción”. El deseo y lo deseable no puede ser objeto de legislación o contrato. Lo diferenció del consentimiento entendido como una manera clara de expresar la voluntad, como ejercicio racional, diferenciándolo del deseo como “irracional”. Puntualizó también que deseo y voluntad no tienen porqué coincidir. Se trataría de una “ética sexual que permita la ambivalencia”.
Clara Serra destacó que el slogan “el sí es sí” no resuelve los problemas de la violencia de género, señalando que lo contractual puede ser tramposo en la medida en que el contrato se puede establecer en lugares donde existe el poder y la violencia. Quien legisla es el Estado y esto hace que pueda no otorgar la misma validez a todos los sujetos; se preguntó por qué el Estado no reconoce el consentimiento de las trabajadoras sexuales o de las actrices porno, o incluso si vestir con el hyjab o no. Vinculó la validez del consentimiento a poder decir si y también decir no. Laura Macaya se situó del lado del feminismo antipunitivista, habló de las actuales políticas neoliberales que apuestan por la “particularización del riesgo” y dejan fuera del discurso lo que tiene que ver con políticas sociales y económicas, insistiendo en la idea que circula mayoritariamente de “alguien te hará daño”, que genera una “venganza expresiva” y legitima marcos punitivos. Carme Guil, además de fiscal es presidenta de la Asociación GEMME que apoya la justicia restaurativa. Habló de los efectos del proceso penal en las denuncias por delitos de género, donde debido al tipo de proceso penal se cuestiona y se revisa la vida personal de las víctimas, no hay lugar para preguntarle cómo se sienten. Apuesta por la justicia restaurativa para tratar este y otros tipos de delito.
Santiago Alba Rico dijo sumarse a lo que también enunció Cristina Garaizábal como “declaración de incertidumbre”; le preocupa que se imponga un pensamiento que se toma del modelo autoritario dar respuestas tajantes a preguntas complejas y fundamentales. Habló del ser humano analógico, vulnerable y visible que se parece a los otros y que no es idéntico a sí mismo. Por último Miquel Missé se preguntaba desde dónde pensar lo trans como “fenómeno moderno” del que por el momento hay “poca literatura seria”. “Ahora tocaría “proponer algo nuevo”. Dijo que “los discursos dominante actuales son esencialistas” y pretenden que “pre-exista lo innato, la verdad del individuo, cuando en realidad el género tiene poco que ver con como se nace” . Señalaba que desde su perspectiva feminista “es una experiencia legítima que se debe acompañar”. Ya que considera que lo “trans es una fórmula para encontrar un lugar y elaborar el malestar de género”. Sería una “reacción al modelo normativo al que se suman los feminismos que se colocan del lado del “esencialismo en las normas de género”. “Los feminismos de la culpa”.
Defendió la “experiencia trans frente a la identidad trans”, destacando que “no es natural ni lo femenino ni lo masculino”. Fue crítico con las hormonas que se suministran a los adolescentes con la idea de “aliviar el malestar frente a la urgencia de la adolescencia”. También destacó que se están recibiendo en la asociación en la que trabaja sujetos muy jóvenes que se mueven en otras “coordenadas, no se identifican con las normas de género y harían un uso de lo trans para impugnar el poder normativo, no buscan hormonas, no hay itinerario, hay malestar”. Lo define como un “movimiento contracultural” y dice “que cuando se escucha aparecen otras cosas”. Me he limitado especialmente a entrecomillar lo que escuché porque me parece que se explican bastante bien y dan cuenta de un momento rico en argumentos y también de un talante no moralizante y espíritu crítico que se agradece.
Mari Cruz Fernández Psicóloga Clínica – Psicoanalista Socia de Acción en Red Madrid.