Por la defensa de las pensiones y servicios públicos para personas mayores y dependientes

La Plataforma de Pensionistas de Aluche–Latina comenzó su andadura hace 5 años, se unió a otras en Madrid (COORPEN) y en toda España (COESPE) y ha venido luchando por una pensiones justas y dignas. Y eso fue una respuesta a la reforma del anterior Gobierno del PSOE de Zapatero que con la eterna excusa de su insostenibilidad amplió la jubilación a los 67 años, el cómputo para el cálculo de la pensión a los 25 años, la ridícula subida del 0,25 del Gobierno del PP de Rajoy que todos recordamos y la reducción de la pensión por el aumento de la longevidad, el llamado Factor de Sostenibilidad.

Frente a esa enorme reducción de los derechos de las y los pensionistas se reveló el movimiento pensionista. Se han alcanzado algunos éxitos ante el actual Gobierno, aunque siguen siendo insuficientes. Cientos de plataformas se manifiestan permanentemente, en Madrid y en todo el país todos los lunes, se hacen concentraciones ante el Congreso cada tercer miércoles de mes, y se han hecho concentraciones estales en Madrid en octubre de los años 2019, 2021 y 2022 que también tuvieron su reflejo en los diferentes territorios.

Hemos conseguido algo muy importante y es, dejar claro que las pensiones sí son sostenibles, a pesar de que las fuerzas conservadoras, bancos y otros muñidores de las finanzas que siguen diciendo que no son sostenibles. Hemos demostrado que los gobiernos anteriores, y especialmente el de Rajoy, acabó con los 66.000 millones de la caja o hucha de las pensiones que había acumulado el Gobierno de Zapatero. Se desviaron a otros gastos impropios, como formación en empresas, subvenciones por maternidad e incluso a salvar a los bancos, cuestiones que en todo caso deben sacarse de los presupuestos generales del Estado y no de la caja de las pensiones, que es patrimonio de las y los trabajadores. Es decir, se desviaron cada año más de 20.000 millones, que la entidad AIREF calcula en 103.000 millones, el propio ministro Escrivá en 140.000 millones[1], CCOO en 500.000 millones, y según Economistas contra la Crisis más de 700.000 millones que se han ido detrayendo de la caja de las pensiones en las últimas décadas.

Por eso el movimiento pensionista reivindicó una auditoría de las cuentas de la Seguridad Social de esos gastos, y conseguimos que el Parlamento, a propuesta del actual Gobierno, aprobara por unanimidad la ley 21/2021 del 28/12/2021; sin embargo, acaba esta legislatura y no se ha realizado en los plazos contemplados en dicha ley. Continuaremos exigiéndola al nuevo Gobierno y Parlamento.

Nuestras demandas y nuestras movilizaciones han conseguido ciertos avances: la subida de las pensiones de acuerdo al IPC (el 8,5 % este año), aunque creemos que es insuficiente porque el coste de la vida realmente ha subido bastante más; se ha conseguido que se considere subir las pensiones mínimas porque dejan a muchos pensionistas, sobre todo a las mujeres y viudas, en una situación bastante vulnerable, pero sigue siendo muy insuficiente y demandamos que esas pensiones deben ser igual que el salario mínimo, 1.080 €. Hemos conseguido también que las pensiones no se reduzcan por el factor de sostenibilidad que legisló el Gobierno de Rajoy  en La Ley 23/2013 de 23 de diciembre.

No hemos conseguido, sin embargo, que se devuelva la edad de jubilación a los 65 años, aunque se puedan jubilar antes de los 67 los que han trabajado 40 años o más sin reducción, ni que se reduzcan los años para el cómputo (volver a los 15 y no a los 25 que aumentó el PSOE de Zapatero).

Otra cuestión que nos preocupa es la demanda de bancos y financieras que han presionado para que se desarrollen planes de pensiones de empresa, a través de la negociación de los convenios, lo que significa una reducción de entradas en la caja de la Seguridad Social, que además lleva aparejada una reducción fiscal por esas aportaciones, que deberemos pagar todos y, sobre todo, un enriquecimiento de los bancos y financieras que recibirían comisiones y cientos de miles de millones de fondos que manejarán a su antojo. Pero tengamos en cuenta que esas financieras pueden quebrar –como ya ha ocurrido en varios países, incluida la bancarrota de los planes que tienen algunos europarlamentarios– y entonces ¿quién garantiza a futuro esos fondos de pensiones? El gobierno ya ha dicho que no.

Nuestra preocupación principal son las pensiones, pero también queremos defender las necesidades y los derechos de las personas mayores.

Partimos, en primer lugar, de que es un gran logro social que las personas mayores vivan más años, aunque para algunos políticos conservadores parece ser que es un grave problema y lo miran como un gasto que hay que reducir lo más posible. Las necesidades de las personas mayores son derechos inalienables y están contemplados como una parte inseparable del Estado de bienestar, además de la Educación, la Sanidad y la Dependencia Públicas, y especialmente deben servir para ofrecer protección, salud y cuidados acordes con las necesidades, así como promover la integración social y las relaciones comunitarias. Estas necesidades no pueden ser el hermano pobre del Estado del bienestar.

El Distrito de Latina es uno de los más poblados de Madrid (240.155 personas) y con un alto nivel de envejecimiento, muy por encima de la media nacional y de Madrid (200,5% sobre 133% en España, proporción de mayores de 64 años respecto a menores de 16), con un crecimiento vegetativo de la población negativo de 6,78% y con una alta tasa de dependencia del 56,71%. Nos encontramos, por tanto, con mucha población mayor y aumentando, pero con escasos servicios sanitarios y sociales, y los actuales con graves deficiencias en su calidad.

Esta situación en el Distrito, exige aumentar los servicios sociales públicos que dependen del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. Por ello desde la Plataforma de Pensionistas proponemos: 1) el equipamiento de dos centros de día en cada barrio (sólo hay 4 en el Distrito y ninguno en Aluche y Águilas); 2) la creación de 2 centros de mayores en cada barrio, con servicios de calidad (sólo 5 en el Distrito, con serias deficiencias de calidad, ninguno municipal en Aluche y el autonómico desbordado con ¡18.000! socios); 3) la creación de residencias de mayores de proximidad (ninguna pública en el Distrito); 4) la ampliación y la mejora de la calidad de la atención domiciliaria, y 5) la resolución rápida de la dependencia.

El modelo de cuidados actual es claramente insatisfactorio. Por un lado un modelo familiar en el que predominan las propias mujeres de la familia (más de 10 horas al día el 46%  y el 51,8% más de 8 años), trabajo precarizado, mal pagado y sumergido en el que hay un alto porcentaje de población inmigrante. Se sigue considerando la atención a la dependencia como un asunto privado y no como una parte del Estado de bienestar, una obligación de la sociedad hacia las personas mayores.

A esta situación, por otra parte, se añade un sistema de ayuda a la dependencia muy insatisfactorio, en el que la valoración se retrasa meses y algunas personas fallecen antes de recibir algún tipo de prestación. Sobre todo, al ver que las personas dependientes reconocidas tienen más de 80 años.

Es decir, nos encontramos con unos cuidados muy deficientes y con un presupuesto de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid, controlados por la derecha neoliberal, insuficiente para estos servicios públicos, a pesar del dinero asignado por el Gobierno central.

En la Comunidad de Madrid hay 475 residencias, de las que sólo 65 son públicas (tanto de gestión pública como privada); es decir, se promueve la privatización que antepone el negocio a las personas[2]. Madrid, junto con Galicia y Canarias, son las comunidades con más plazas privadas que públicas (29.606 –57%- privadas sobre un total de 52.156, en 2021; 4,32 plazas por 100 personas mayores de 65 años, muy por debajo de las 5 plazas que sugiere la OMS; Madrid supera con mucho en 110 plazas privadas la media estatal de 70 plazas [3]). A pesar de tanta privatización había más de 7.000 personas en la lista de espera en Madrid el año pasado[4].

Respecto al reconocimiento de la ayuda a la dependencia en la CM se retrasa una media de 285 días, muy superior a los 180 días establecidos por ley.

A esto se suma también el reducido número de personal (enfermería, gerocultores y auxiliares) con salarios muy bajos, mejora de la formación de los profesionales, una medicalización inadecuada (relacionada con el deterioro de la Atención Primaria), así como falta de investigación para el buen envejecer.

A todos estos factores se sumó el denominado “protocolo de la vergüenza”, decretado por el Gobierno de Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid y por el que murieron más de 7.291 mayores en residencias sin atención médica ni derivación a hospitales[5], casi 6.000 de ellos por COVID19. Este drama ha sido ampliamente denunciado por organizaciones como PLADIGMARE y por periodistas como Manuel Rico[6].

El Gobierno de la Comunidad de Madrid, responsable de la Sanidad y de las residencias, nada más pasar las elecciones acaba de prorrogar los “és del hambre” para las residencias, después de la bazofia que se ha dado en diversas residencias a las y los mayores. Unas semanas antes de las elecciones lanzó una descarada campaña titulada “Mi residencia mi casa”, de casi un millón de euros de coste.

Queremos referirnos también a una cuestión que nos parece de vital importancia y que se relaciona con cada una de las necesidades anteriores. La soledad o el aislamiento no deseados afecta a un 12% de la población mayor de 75 años[7]. Creemos que hay que potenciar el envejecer bien y esto exige cambiar a un modelo de cuidados que ponga a las personas en primer lugar, por encima de los intereses mercantiles o financieros.

Las causas de esta soledad no deseada son principalmente la falta de convivencia y apoyo familiar (79%) y social (57,3%), a lo que se une la situación económica con pensiones insuficientes, viviendas inadecuadas, pobreza energética, falta de reconocimiento de la discapacidad y diversidad, insuficientes alicientes de participación y el edadismo, que es la discriminación y prejuicios hacia las personas basados en la edad. (improductivos, dependientes, enfermos, asexuados…).

Respecto a las consecuencias de la soledad, entre otras nos encontramos con un aumento de la depresión y ansiedad crónicas casi seis veces superior a la media de la población (39% frente a 7%), problemas de visión y movilidad (20,8%), más consumo sanitario, de urgencias y hospitalario, deterioro cognitivo e incluso, según un estudio, hasta un 20% más de personas fallecidas prematuramente por la soledad. Calculan, incluso, que todo esto tiene unos costes de 6.101 millones de euros al año. Esta situación se agrava por un alto número de hogares unifamiliares (un 27% en España), con relaciones familiares más difusas o amistades más alejadas.

Y ya no hablemos del abandono en listas de espera, cierre de centros de salud, falta de contratación de personal sanitario, mientras se pasan pacientes y servicios a la privada; es descarada la falta de atención a la salud mental, pues sólo hay 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes, cuando debería haber al menos 18. Lo que significa el deterioro de la atención a pacientes, y vemos, además, como han aumentado los suicidios entre los adolescentes y jóvenes. Toda la Sanidad también depende de la Comunidad de Madrid.

Todo ello exige responder con unos servicios y un modelo en el que se priorice la convivencia familiar y social, la proximidad y el sentido de permanencia en una comunidad, así como la promoción de actividades y proyectos solidarios y colaborativos con vecinas y vecinos. En consecuencia, recursos institucionales y relaciones sociales que promuevan lo comunitario y reduzcan el individualismo. Queremos hacer una serie de propuestas, que las resumimos en:

  • visibilizar y favorecer el buen envejecimiento a través de un enfoque de cuidados basado en las personas;
  • promover oportunidades de vínculos sociales y de sentido de permanencia a una comunidad;
  • apoyar organizaciones solidarias e iniciativas colaborativas en cada comunidad o barrio;
  • promover centros y residencias públicos de proximidad que se apoyen en la economía social y se redistribuyan equitativamente por los barrios;
  • mejorar los servicios de atención domiciliaria, con personal especializado;
  • organizar las residencias con menor número de personas y en grupos reducidos;
  • fortalecer la atención primaria y la gerontológica;
  • mejorar la atención sanitaria pública en todos los niveles y especialmente en salud mental y gerontología;
  • denunciar todas las formas de edadismo o discriminación de las personas por su edad.

Si hablamos de educación, a las 48 horas de haber ganado el PP de Díaz Ayuso ya ha tomado tres medidas que afectan a nuestros hijos y nietos: subida del precio de las comidas (un 12,4%), aumento de la ratio a 30 estudiantes por aula en Secundaria y la falta de 15.000 plazas para estudiantes de Formación Profesional.

Mientras se produce esta tendencia a la privatización y menor calidad de los servicios, la Comunidad de Madrid plantea la reducción de impuestos bajo el mito de que el “dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos”. Eso significa que a un millón y medio de madrileños con salarios bajos (1.546.234, con menos de 17.707 €, para 2022) se le detraen unos 39 € al año y a quienes más ganan más de 500 € al año. ¿Esto qué significa? Pues muy sencillo, menos dinero en las arcas públicas de la Comunidad de Madrid, más deuda y menos dinero para los servicios que estamos necesitando.

Algunos partidos están planteando que van a derogar las leyes actuales. No dicen cuáles y por las que las van a cambiar. Nuestras preguntas son claras: ¿se va a derogar la subida de pensiones acorde con el IPC? ¿Se van a seguir aumentando los años para el cálculo de las pensiones, como hizo Zapatero y mantuvo Rajoy? No hay que olvidar, que Escrivá ya habló de 30, e incluso se está hablando de toda la vida laboral. ¿Se va a aplicar la reducción de las pensiones según la longevidad –factor de sostenibilidad- ? Y si nos referimos a residencias y asistencia a mayores ¿van a seguir privatizándolas y al servicio de los grandes grupos financieros?

En definitiva, algunos quieren que el Estado de bienestar sea para unos pocos, los pudientes, los que más reducciones fiscales tienen, mientras las y los trabajadores y pensionistas se tendrán que conformar con la beneficencia, al estilo norteamericano.

 

Las plataformas de pensionistas no nos vamos a encoger, vamos a continuar exigiendo los servicios públicos que responden no sólo a nuestras necesidades sino a lo que recoge nuestra Constitución, vamos a continuar denunciando las políticas privatizadoras, y vamos a enfrentar esas ideas de sálvese quien puedaque tanto afectan a las y los trabajadores y pensionistas.

Por todo ello animamos a votar en las próximas elecciones generales con conciencia y con conocimiento de qué ofrecen realmente unos y otros, sin dejarse llevar con ideas abstractas y vacías, sino por lo que realmente nos están ofreciendo o negando.

Finalmente, mantenemos nuestro ¡GOBIERNE QUIEN GOBIERNE LAS PENSIONES PÚBLICAS SE DEFIENDEN!

Plataforma de Pensionistas de Aluche–Latina (Integrada en COORPEN Madrid y COESPE).


[1] Véase  Sánchez, R. María: “Escrivá cifra en 140.000 millones el dinero de las pensiones  que ha ido a otros gastos en los últimos 30 años”, en Público, 21 abril 2023.

[2] Grandes grupos financieros invierten en residencias y controlan el 85% de las residencias: Healthcare Activos, Lagune, Caboel, AdrianoCare, Primordial REIM, Threestones Capital controlan al menos 66 geriátricos. A estos nombres hay que añadir Thor Private Equity, fondos de inversión multinacionales en alianza con la empresa española, como BlacRock.

[3] La Vanguardia, 11 de enero de 2021

[4] Según el informe del Sistema de Información del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia. María Santos Viñas, elDiario.es, 14 agosto 2022.

[5] Las residencias públicas de Madrid con gestión privada tuvieron una mortalidad dos y tres veces mayor que las residencias de titularidad y gestión pública. También las residencias privadas tuvieron una mortalidad casi el doble que las residencias de titularidad y gestión públicas.

[6] Manuel Rico, autor de ¡Vergüenza! El escándalo de las residencias (Planeta 2021), y la Plataforma por la Dignidad de las Personas Mayores en Residencias –PLADIGMARE– participaron en el acto del 6 de mayo “Servicios y residencias públicos para personas mayores”, organizado por la Plataforma de Pensionistas de Aluche–Latina y celebrado en el Centro Cultural Fernando de los Ríos.

[7] En la Comunidad de Madrid hay 276.400 personas que viven solas, un 25% de los mayores de 65 años).

Vota con conciencia. Vota con compromiso.

La ciudad y la comunidad autónoma que queremos

Las elecciones municipales y autonómicas son el momento que tenemos para poder decidir los modelos de ciudad y de comunidad que queremos, en aquel en que queremos que se inviertan esfuerzos y recursos. La participación  ciudadana es clave para poder devolver a las instituciones credibilidad. Como ciudadanía necesitamos recobrar la confianza en que desde los organismos públicos se pueda dar respuesta a las situaciones de vulnerabilidad que hemos sufrido desde la pandemia, donde han sido las asociaciones vecinales o los movimientos organizados los que han suplido su ausencia. Necesitamos superar el desencanto, la desesperanza y el olvido. La derecha apuesta por un modelo de servicios basado en la iniciativa privada, dejando los servicios públicos descapitalizados y de mala calidad para las gentes más desfavorecidas. 

Debemos apostar por exigir que se destinen más fondos públicos para blindar el sistema público de salud, dignificando el trabajo de sus profesionales que garantice una atención de calidad y universal. La derecha de la comunidad ha conseguido que la gente de la comunidad recurra cada vez más a seguros médicos privados.

Algunos datos de sanidad: A pesar de las dos huelgas y las  multitudinarias manifestaciones, Isabel Díaz Ayuso no ha cumplido sus compromisos con la sanidad pública. Siguen en marcha huelgas para reivindicar mejoras y compromisos reales. Un 53% de los médicos especialistas de la sanidad pública trabajan sin contrato fijo. Siguen sin cubrirse un 20% de plazas  de médicos de familia  y un 30% de plazas de pediatras de Atención Primaria. Como resultado de esa carencia, hay un millón de madrileños, doscientos mil de ellos niños, sin médico asignado. Es necesario invertir en formación y más profesionales para que se garantice el acceso de la ciudadanía a los derechos recogidos en las nuevas legislaciones estatales de la Eutanasia y del Aborto.

Necesitamos  proteger la educación pública, para garantizar la formación. Que los fondos públicos se inviertan en centros donde se garantice la ausencia de discriminación por sexo, independientemente de cualquier creencia religiosa. La educación pública debe ser un verdadero ascensor social que permita la igualdad de oportunidades entre ricos y pobres. Los suelos públicos deben destinarse a la construcción de escuela pública y no deben ser cedidos a empresas o instituciones privadas, como ha sucedido durante décadas.

Es precisa más inversión en educación sexual y en diversidad de género para la prevención de las violencias de género y todas las posibles discriminaciones que sigue sufriendo la ciudadanía lgtbi. Por un sistema educativo donde todas las personas puedan expresar libremente su identidad. Y que sea integral para formar ciudadanos y ciudadanas, no solo profesionales.

Necesitamos inversión en vivienda pública. Asegurar el derecho a la vivienda limitando la gentrificación de los barrios y turistización la ciudad, y el alza de los precios de los alquileres. Regular la creación de pisos turísticos que son una causa de la subida de los alquileres. La comunidad debería subvencionar, teniendo en cuenta la renta, la rehabilitación de viviendas que mejore la calidad de vida de las personas y fomente el ahorro energético. Los ayuntamientos y la comunidad deberían favorecer la creación de comunidades energéticas que faciliten la producción renovable y reduzcan así las emisiones contaminantes.

Necesitamos una ciudad más amable, construyendo una propuesta de regeneración urbana en que se puedan asegurar espacios verdes, desplazamientos asegurados por una red de transporte público eficiente y sostenible. Es imprescindible garantizar una buena planificación urbana para garantizar la accesibilidad de los servicios y al ocio a los habitantes de la ciudad sin necesidad de grandes desplazamientos motorizados. De esta manera se contribuirá, además, a luchar contra el cambio climático. Asimismo, es necesario crear espacios donde la ciudadanía pueda desarrollar su vida social: plazas, parques, locales…Deseamos una apuesta real por la red ciclista en Madrid. Reclamamos que se amplíen las vías para circular por la ciudad con seguridad, y que se garantice el acceso al servicio de Bicimad cuya contribución a la movilidad es inexistente debido al pésimo funcionamiento, que se ha visto gravemente deteriorado en los últimos meses.

Apoyamos las reivindicaciones de colectivos vecinales y asociaciones ecologistas que piden que no se tale la arboleda de Madrid Río afectada, por las obras de ampliación de la Línea 11 de metro. Creemos que es clave la preservación del arbolado en general, tan necesaria en nuestra ciudad para combatir los efectos del cambio climático, la contaminación, conservar la biodiversidad urbana y proteger la salud de la ciudadanía.

Es imprescindible una apropiada ordenación del territorio que impida la destrucción de los espacios naturales que aún quedan en nuestra comunidad, dotar a todos los municipios de los servicios apropiados y proteger las zonas rurales que todavía pueden suplir a la comunidad de sus productos.

Necesitamos una ciudad y una comunidad donde las personas sin hogar no sean invisibles y se generen espacios de acogida e inclusión. Necesitamos un urbanismo amable  que convierta la ciudad en un espacio amable y vivible para todas. Espacios de encuentro y convivencia con zonas verdes, bancos, fuentes…donde los más vulnerables puedan sentirse  iguales, cuidados y protegidos. 

Se necesitan más recursos para socorrer a los más desfavorecidos e intentar la integración en la sociedad de los excluidos por una u otra causa. Es necesario consolidar los avances logrados en los últimos años respecto a la atención al sinhogarismo y profundizando en modelos más personalizados y que han demostrado no sólo mejores resultados sino una mayor sensibilidad respecto a las necesidades y la situación de las personas sin hogar. Hay que apostar por un mayor desarrollo de los servicios sociales de proximidad de fácil acceso que incidan en la percepción de que estos servicios como públicos y universales y no solo de aquellos más debilitados. Abrir el espacio de intervención a la ciudadanía  y asociaciones, con mayor presencia en calles y plazas como forma de creación de redes comunitarias. Es necesario detectar y actuar contra las brechas digitales, que se están convirtiendo en el principal escollo de acceso a derechos y servicios.

Poscrecimiento: busquemos lo que nos une

En el seno del mundo ecologista se ha extendido una teoría, o mejor, una familia de teorías bajo la palabra decrecimiento.

El punto común de todas ellas es que es necesario decrecer en consumo, en la producción, en la economía, para resolver los problemas ambientales que nos acucian. Para ello defienden la austeridad, la disminución del consumo y un cambio profundo de valores sociales. Pero llegan más allá e impugnan la idea de progreso y critican toda la estructura científica. Las teorías decrecentistas quieren construir un mundo más sencillo, menos poblado y con mucho menos protagonismo para la ciencia y la tecnología. De hecho propugnan una vuelta al mundo rural con sus formas de vida tradicionales. Se opone a la modernidad e impugna la sociedad occidental… [Continua leyendo]

Un artículo de Francisco Castejón para Berrituz nº77.