Sequía, mentiras y noticias falsas

Francisco Castejón. Miembro de Acción en Red de Madrid.

La escasez de agua dulce

Se dice a menudo que en un futuro no lejano veremos guerras en el mundo por el control del agua dulce. Pero no ha hecho falta esperar para que podamos ver a la derecha y a la extrema derecha de nuestro país, encarnadas en PP y VOX, plantear una guerra política para el control del agua, basada en la mentira, el populismo y la demagogia. El uso de la mentira y de las falsas noticias en esta guerra política es especialmente dañino, porque impide que la sociedad tome conciencia del problema real al que nos enfrentamos y dificulta la toma de decisiones para solucionarlo.

Hemos vivido un nuevo ciclo climático con escasez de precipitaciones. Esta pertinaz sequía no debería sorprendernos porque es cíclica y cada cierto tiempo golpea a nuestro clima mediterráneo. Hay, sin embargo, un hecho que diferencia esta sequía de otras que solíamos sufrir. Se trata del cambio climático que va avanzando y, tal como predicen los modelos, va haciendo que las precipitaciones escaseen más y más, con la consiguiente disminución del volumen de agua potable disponible. Además de ser más escasas, las precipitaciones son a menudo catastróficas cuando se producen, lo que también predicen los modelos climáticos.

Este hecho se suma, para tensionar la situación, a un aumento del consumo de agua en nuestro país en las últimas décadas. Aumento que está provocado por el incremento desmesurado de la agricultura de regadío. De hecho es este sector el que se lleva aproximadamente el 80% del consumo total de agua .

Todos los ahorros de agua son bienvenidos, tanto en el sector industrial, como en el de servicios y el doméstico. En estas actividades hay aún mucho que hacer para reducir el consumo, como reparar las canalizaciones, reducir las piscinas privadas o construir jardines con especies autóctonas y no consumidoras de agua. Pero es obvio que nuestros mayores esfuerzos deben dirigirse a reducir el consumo en la agricultura de regadío.

Según algunos cálculos, una Ha de regadío puede producir hasta 40 veces más que una de secano. No es de extrañar, por tanto, que los agricultores se empeñen en poner en regadío más y más tierras. Y algunas de ellas se producen bajo plástico con unas producciones agrícolas muy elevadas que permiten la exportación de alimentos. La agricultura se ha tecnificado y puede considerarse como un sector industrial más. La falta de conciencia de la escasez de agua causa la extensión de cultivos muy demandantes y de cultivos que van a servir de alimento para el ganado, como el maíz, que es un gran consumidor de agua.

La paradoja: cada vez más regadío y menos agua para satisfacerlo

Los números demuestran a las claras estas informaciones. Según la AEMET, el clima en España es cada vez más árido. Desde 1950, unos 1500 km2 han pasado de pertenecer a climas templados para ser considerados áridos. Asimismo, la superficie dedicada al regadío ha pasado de 1,6 millones de Ha a 3,8 en el mismo tiempo, según las estadísticas del Ministerio de Agricultura. Este ritmo de puesta en regadío se ha acelerado la última década, en que se riegan 500.000 Ha más.

Como se ha dicho, el motivo para poner en regadío es que con inversiones aceptables se consigue elevar la productividad de la tierra notablemente. Hoy en día, el regadío ocupa el 23% de la superficie cultivada en nuestro país, pero produce el 65% de las cosechas. Esta extensión del regadío se produce a la vez que se reducen los recursos hídricos, que han disminuido un 12%, según el MITERD. Y que se espera disminuyan entre el 14% y el 40% para 2050, según las mismas fuentes.

El problema es claro y conocido. Pero no es fácil ponerle solución. Las políticas de reducción de regadío son muy impopulares y van contra el consenso general de que el regadío es riqueza. Incluso la izquierda defendió la extensión de los regadíos desde los años 70,reivindicando la puesta en riego de muchas tierras para mejorar la productividad y la riqueza.

La inversión pública ha ascendido a unos 3000 millones de euros según el Ministerio de Agricultura para modernizar regadíos. Esta inversión habría permitido consumir unos 3.000 Hm3 de agua menos que si no se hubiera hecho. El ministro de agricultura, Planas, anunció el día 20-4-2023 la inversión de otros 2.130 millones de euros hasta 2027, para hacer más eficientes los regadíos y poder usar otras aguas como la regenerada o la desalada. Con todo ello se esperan reducciones en el consumo del 10% aproximadamente.

Es encomiable buscar más eficiencia, pero esto no es la solución. El aumento de la eficiencia, sin otras medidas, podría dar lugar a un aumento de regadíos con el consiguiente aumento en los consumos. El enfoque de aumentar la oferta no es suficiente, hay que gestionar la demanda.

Es imprescindible un debate informado sobre los problemas del agua en nuestro país, que cada vez serán más acuciantes.

Charco de la Boca en El Rocío, donde termina el arroyo de La Rocina.

Las Mentiras

Otro dicho común, cuyo autor pudo ser Esquilo, es que “la primera víctima de la guerra es la verdad”. En esta guerra política que han iniciado los sectores más conservadores de nuestro país, las mentiras y los bulos se han difundido sin pudor, confundiendo a la población y, como ya se ha dicho, dificultando así el necesario  debate y la toma de decisiones basada en los datos científicos.

Ante esta situación de solución compleja, que implica luchar contra el cambio climático pero también adaptarse a la escasez creciente de agua dulce, se necesita tomar medidas consensuadas y cambiar el paradigma sobre la extensión del regadío. Habría que discutir nada menos que sobre los territorios que merecen ser regados y cuales no.

Un primer paso será, seguramente, reducir la superficie de regadío de nuestro país. Pero, lejos de eso, hemos asistido a la agitación de una consigna que parece que suena bien: “agua para todos”. Como si todos tuviéramos derecho a tener toda el agua que deseemos. Este lema se usa para alentar la construcción de infraestructuras hídricas como grandes embalses y trasvases, que es la segunda mentira que se agita durante las sequías: “esto no pasaría si se hubieran construidos más embalses”.

Los ríos no son solo unas fuentes de recursos para regar nuestros campos o mover nuestra industria y aumentar nuestra productividad. Son, sobre todo, fuentes de vida para nuestros ecosistemas, alojan vida y alimentan la vegetación de ribera. Es por eso que hay que garantizar siempre el caudal ecológico. Pero además, vemos que nuestros ríos están surcados a menudo por numerosos obstáculos inútiles como azudes y algunas presas en desuso. Ha empezado una campaña para renaturalizar los ríos que consiste sencillamente en el derribo de estos obstáculos, lo que permite que todo el ecosistema del río reflorezca. Esta campaña ha servido a la derecha para atacar al gobierno acusándolo de agravar la sequía . Han aparecido noticias absurdas contra el derribo de presas en desuso, como la de Valdecaballeros, que se construyó para aprovechar la posible electricidad sobrante de una central nuclear que nunca llegó a funcionar.

Los recursos hídricos disponibles serán, como se ha visto, mucho menores. La construcción de más embalses solo dará lugar a más embalses vacíos en las épocas de sequía. No es esa la solución a largo plazo a nuestros problemas y no debería presentarse como tal. También es necesario explicar que no habrá agua para todos, para todos aquellos que decidan poner en regadío más hectáreas, ni siquiera para los que ya lo han hecho.

El debate sobre los regadíos ilegales en las cercanías de Doñana es el ejemplo más claro de agitación de estos bulos. La Junta de Andalucía, gobernada por el PP, promete que habrá agua en el futuro para todos los regadíos, legales o no, sin esquilmar Doñana. Es una falsedad: no habrá agua. Y lo más sensato es reducir urgentemente la presión sobre el Parque mediante el cierre de los pozos ilegales.

Otro lema que aparece es que el agua de los ríos “se pierde” en el mar, en lugar de aprovecharse. Es conocido que la aportación de sedimentos favorece la creación de playas y deltas y el agua dulce disminuye la salinidad en la costa alejando a especies como las medusas.

El colmo llega ya cuando se habla de que la sequía puede producir escasez de alimentos a corto plazo. Y, lógicamente, la culpa será de quien no ha construido embalses para almacenar agua. No importa que no haya agua para llenarlos, ni que gran parte de nuestra agricultura se oriente a la exportación o al cultivo para alimentar al ganado. O que, por ejemplo, buena parte de nuestro grano se importe ya en la actualidad. La agricultura en España, y nuestro país no es una excepción, no está orientada a la soberanía alimentaria ni garantiza el autoabastecimiento. Por eso la escasez de algunos alimentos podría depender más de fenómenos geoestratégicos o de enfrentamientos bélicos que de nuestras cosechas.

A vista de todo lo dicho, se hace imprescindible y perentoria una reflexión sobre nuestra agricultura y el subsiguiente consumo de agua, incluyendo la ordenación de la distribución de regadíos en el territorio. Las dinámicas políticas puestas en marcha por la derecha no ayudan nada, no hacen sino agravar la situación.

El gran error de la ONU y el expolio de Palestina

Hace 75 años, en 1947, la ONU cometió un gran error al proponer crear dos estados en Palestina, contra la voluntad de la mayoría de la población autóctona, palestina, que no quería su división.

En 1947 la ONU cometió un grave error al aprobar por mayoría una resolución de partición territorial de Palestina, que estipulaba vinculación económica entre dos partes–Estado, pero no vinculación política ni administrativa.

La ONU, por error, violó su propia resolución de partición de Palestina, cuyo preámbulo proclamaba que se respetarían los derechos de la población árabe.

En noviembre de ese año la ONU cometió, por mayoría, el craso error de asignar para solo uno de los dos futuros Estados de Palestina (el que llamó “Estado judío de Palestina”) grandes extensiones de territorios, propiedades y recursos desposeyendo de ellos a sus propietarios no judíos.

Ese 29 de noviembre de 1947 la ONU aprobó un mapa que creaba, por error, las “islas territoriales” de Gaza y Yafa, zonas de Palestina que eran claves por su actividad intercambiadora.

Y añadió otro error al constituirse en administradora de una tercera parte de Palestina (Jerusalén y su entorno), clave para la interrelación poblacional.

Y a ese error añadió otro: no aseguró de facto el funcionamiento de las Comisiones de reparto y el cumplimiento de las indemnizaciones.

A más error, la ONU aceptó como Estado al autoproclamado Estado Tierra de Israel, el cual no había cumplido las normas de la ONU pues no indemnizó bajo supervisión de la comisión de la ONU, sino que se apropió por la fuerza y la violencia de lo que se le había asignado en la ONU y demás territorios y recursos no asignados.

La ONU, por error, no toma medidas para que Israel indemnice a los desposeídos, ni para que devuelva a la ONU la administración de Jerusalén y su entorno.

La ONU, a más error, sólo ha reconocido al Estado de Palestina con estatus de observador.

¡Qué error de la ONU pensar que Palestina y los palestinos no iban a reclamar sus derechos nacionales y a luchar por su propiedades, su dignidad y su libertad! Son más que errores, son graves hechos de injusticia, actos que vulneran la Carta de la propia ONU. Injusticias y errores que claman al cielo. Pero desde el cielo llegan bombas. La prisión en que se ha convertido toda Gaza es una gran cámara de gas. “¡Ay almas de los muertos en los presidios nazis, si vosotros supierais!”, advirtió hace décadas un poeta palestino.

Carmen Ruiz Bravo–Villasante Catedrática arabista

Reseña de las Jornadas «Alianzas Rebeldes». 7 y 8 de octubre de 2023 en el Museo Reina Sofía de Madrid.

Estas Jornadas han reunido a 400 personas en el auditorio y algunas más por streaming. La asistencia estuvo compuesta por gente bastante joven y por supuesto mayoritariamente por mujeres, de todas las edades. La grabación estará disponible en la página web del Museo Reina Sofía.

Las mesas han estado presentadas por feministas de largo recorrido como Cristina Garaizabal y Paloma Uría, a las que se han sumado voces más jóvenes como Clara Serra, Laura Macaya, Miquel Missé. Entre los invitados de diferentes profesiones, estaban Carme Guil (jurista), Sara Rodríguez (pedagoga), Mª Antonia Caro (educadora social), Santiago Alba Rico (filósofo y ensayista), Gerard Coll (sociólogo), Noemí Parra (doctora estudios de género), Josetxu Riviere, (especialista en igualdad, género y masculinidades). El programa completo se puede encontrar en www.alianzasrebeldes.org. Antes de poner mis notas sobre lo que se habló, creo que es necesario contextualizar los debates feministas en el momento actual.

En el año 2018 el gobierno impidió la inscripción legal del Sindicato de Trabajadoras Sexuales (OTRAS). De esta forma, dejaba como únicas alternativas a la prostitución la abolición o la legalización. Cristina Garaizabal escribía en el diario El País un artículo sobre esta cuestión, con el título “Este feminismo no es el mío”, donde señala que considerar a las mujeres “víctimas obligadas a ejercer la prostitución implica invisibilizar a todas las que se consideran trabajadoras… Escucharlas es imprescindible para acertar en las medidas políticas”. Otra polémica importante es sobre la cuestión de las personas trans, y su papel en el movimiento feminista . Miquel Missé escribe en El País (2019) con el título “No ofende quien quiere” y señala que fue en EEUU “cuando una corriente feminista señaló la transexualidad como un caballo de Troya en el feminismo”. Entre otras cosas destaca en el artículo dos derivas importantes de algunas feministas, el “identitarismo” y el “victimismo”. La siguiente cuestión objeto de debate ha sido la aprobación de la “ley del solo sí es sí”. En un artículo del El País, (2022) escrito por Clara Serra, Paloma Uría y Noemí Parra, entre otras, con el título “La ley del solo sí es sí: los árboles y el bosque”, señalan que “la polémica sobre la rebaja de penas por abuso sexual sitúa una vez más el debate sobre la violencia machista en el ámbito penal y ha puesto a la sociedad a pedir penas más duras en lugar de aportar soluciones más eficaces para las mujeres “.

Aforo de las Jornadas Alianzas Feministas Madrid 2023

Por último, Clara Serra en El País (2023) escribe un artículo “La verdad del deseo”, donde indica, en un posición crítica, que entre algunas feministas hay la idea de proponer el deseo sobre el consentimiento de las mujeres. Escribe con ironía que eso es tomar al deseo “como un ideal, libre de intoxicaciones patriarcales”. Continua diciendo que esta “mistificación del deseo” ha procurado el abandono del lema “no es no” por el “slogan sólo sí es sí”. Ahora paso a contar lo que me pareció más relevante.

Los ejes de trabajo han girado sobre los artículos reseñados más arriba: 1º) “sexualidad, deseo y consentimiento”; 2º) “cuando todo es violencia, nada es violencia; 3º) “la sociedad civil, el Estado y las políticas públicas”; 4º) “malestares de género en la adolescencia: transiciones, tensiones y fugas”. Al inicio Mamen Briz, también activista con años de experiencia, dijo que en estas Jornadas se trataba de “explorar en voz alta las contradicciones, reivindicar el derecho a confundirse” y también a “hablar desde el desacuerdo entre feminismos”. Efectivamente, fue una declaración de intenciones del tono de la Jornada, se trató más de exponer problemas, dificultades e impasses, que de dar soluciones fáciles. En el primer punto (deseo y consentimiento) Cristina Garaizabal dijo que el “psicoanálisis da pistas” sobre el tema del deseo en la medida que existe un “vínculo entre deseo y satisfacción”. El deseo y lo deseable no puede ser objeto de legislación o contrato. Lo diferenció del consentimiento entendido como una manera clara de expresar la voluntad, como ejercicio racional, diferenciándolo del deseo como “irracional”. Puntualizó también que deseo y voluntad no tienen porqué coincidir. Se trataría de una “ética sexual que permita la ambivalencia”.

Presentación de la ponencia de Josetxu Riviere y Miquel Missé, por Mamen Briz.

Clara Serra destacó que el slogan “el sí es sí” no resuelve los problemas de la violencia de género, señalando que lo contractual puede ser tramposo en la medida en que el contrato se puede establecer en lugares donde existe el poder y la violencia. Quien legisla es el Estado y esto hace que pueda no otorgar la misma validez a todos los sujetos; se preguntó por qué el Estado no reconoce el consentimiento de las trabajadoras sexuales o de las actrices porno, o incluso si vestir con el hyjab o no. Vinculó la validez del consentimiento a poder decir si y también decir no. Laura Macaya se situó del lado del feminismo antipunitivista, habló de las actuales políticas neoliberales que apuestan por la “particularización del riesgo” y dejan fuera del discurso lo que tiene que ver con políticas sociales y económicas, insistiendo en la idea que circula mayoritariamente de “alguien te hará daño”, que genera una “venganza expresiva” y legitima marcos punitivos. Carme Guil, además de fiscal es presidenta de la Asociación GEMME que apoya la justicia restaurativa. Habló de los efectos del proceso penal en las denuncias por delitos de género, donde debido al tipo de proceso penal se cuestiona y se revisa la vida personal de las víctimas, no hay lugar para preguntarle cómo se sienten. Apuesta por la justicia restaurativa para tratar este y otros tipos de delito.

Belén González, Cristina Garaizábal y Clara Serra.  

Santiago Alba Rico dijo sumarse a lo que también enunció Cristina Garaizábal como “declaración de incertidumbre”; le preocupa que se imponga un pensamiento que se toma del modelo autoritario dar respuestas tajantes a preguntas complejas y fundamentales. Habló del ser humano analógico, vulnerable y visible que se parece a los otros y que no es idéntico a sí mismo. Por último Miquel Missé se preguntaba desde dónde pensar lo trans como “fenómeno moderno” del que por el momento hay “poca literatura seria”. “Ahora tocaría “proponer algo nuevo”. Dijo que “los discursos dominante actuales son esencialistas” y pretenden que “pre-exista lo innato, la verdad del individuo, cuando en realidad el género tiene poco que ver con como se nace” . Señalaba que desde su perspectiva feminista “es una experiencia legítima que se debe acompañar”. Ya que considera que lo “trans es una fórmula para encontrar un lugar y elaborar el malestar de género”. Sería una “reacción al modelo normativo al que se suman los feminismos que se colocan del lado del “esencialismo en las normas de género”. “Los feminismos de la culpa”.

Defendió la “experiencia trans frente a la identidad trans”, destacando que “no es natural ni lo femenino ni lo masculino”. Fue crítico con las hormonas que se suministran a los adolescentes con la idea de “aliviar el malestar frente a la urgencia de la adolescencia”. También destacó que se están recibiendo en la asociación en la que trabaja sujetos muy jóvenes que se mueven en otras “coordenadas, no se identifican con las normas de género y harían un uso de lo trans para impugnar el poder normativo, no buscan hormonas, no hay itinerario, hay malestar”. Lo define como un “movimiento contracultural” y dice “que cuando se escucha aparecen otras cosas”. Me he limitado especialmente a entrecomillar lo que escuché porque me parece que se explican bastante bien y dan cuenta de un momento rico en argumentos y también de un talante no moralizante y espíritu crítico que se agradece.

Paloma Uria, Gerard Coll y Santiago Alba Rico

Mari Cruz Fernández Psicóloga Clínica – Psicoanalista Socia de Acción en Red Madrid.

Oportunidades de la Transición Ecológica, si además es transición justa

Artículo de Francisco Castejón publicado en la revista Berrituz, nº76.

  1. La imprescindible transición ecológica

La crisis climática que vivimos viene a dar la razón al ecologismo, que demanda desde hace décadas cambios en nuestras formas de producción, consumo, y de vida en general. Los impactos que caben esperar del cambio climático, si no disminuimos drásticamente las emisiones de gases invernadero, se encargarán de cambiar nuestras formas de vida imponiéndonos una austeridad desordenada. Así que la transición ecológica será por las buenas o por las malas.

Claro está, no todos los agentes socioeconómicos opinan igual sobre cómo debería ser esa transición, pues sus intereses son notablemente diferentes: desde quienes apuestan simplemente por cambiar las tecnologías por otras más limpias sin modificar las estructuras sociales hasta quienes impugnan radicalmente las relaciones sociales. Esto es una obviedad, pero está en el corazón de las dificultades que tenemos para avanzar. Los reducidos grupos sociales favorecidos por el statu quo no aceptarán fácilmente los cambios que puedan alterar las presentes relaciones de poder.  

Un análisis similar se puede hacer sobre las relaciones internacionales. Existen países que de ninguna manera quieren renunciar a sus niveles de consumo o que simplemente necesitan mantener este modelo energético basado sobre todo en los combustibles fósiles. 

Sin embargo, un mero cambio tecnológico no es suficiente.  Es necesaria una nueva escala social de valores que prime el cuidado del medio ambiente y la solidaridad sobre el consumo, la codicia y el poder. Probablemente lo que resulte de la transición ecológica sea una cosa intermedia entre todas las posturas, que dependerá de la capacidad que tengamos de movilizar las conciencias y de actuar.

Aunque existen numerosos elementos a reformar para alcanzar estas nuevas formas de vida, está claro que la energía juega un papel fundamental. Por un lado, las actividades relacionadas con la energía son las principales emisoras de gases de efecto invernadero, por otro lado la energía está en casi todos los procesos económicos, de consumo y de ocio. Así pues, es necesario prestar atención especialmente a la transición energética.

  1. Los cambios necesarios conllevan oportunidades

Sea cual sea el calado de la transición ecológica que finalmente se dé en España, está claro que producirá grandes cambios en nuestras formas de vida. Esta transformación representará también una serie de oportunidades, que será necesario esforzarse en aprovechar, pero no está garantizado que podamos hacerlo.

La sustitución de fuentes de energía sucias por fuentes renovables supone una oportunidad para un gran desarrollo industrial en nuevos sectores, lo que permitirá caminar hacia el necesario cambio de modelo productivo, que cree empleos de más calidad y con menos precariedad en nuestro país y que permita la aparición de nuevas empresas, más pequeñas.

Además del despliegue de renovables, es necesario desarrollar nuevas tecnologías como las relativas al almacenamiento de energía para salvar la intermitencia de estas fuentes, bien basado en baterías, en sales fundidas o en otros vectores como el hidrógeno. Igualmente será necesario desarrollar las tecnologías digitales para el control de redes de transmisión eléctrica. Todo esto requiere esfuerzos en investigación y desarrollo, lo que permitirá reforzar las investigaciones energéticas y de las tecnologías digitales con financiación procedente de estos desarrollos.

Vauban (Friburgo, Alemania). De Andrewglaser de Wikipedia en inglés, CC BY-SA 3.0.

La transformación no solo debe actuar sobre el sector de las renovables sino también en medidas de ahorro y eficiencia. En este campo la rehabilitación energética de viviendas tomará un gran protagonismo creando nuevos empleos en el sector de la construcción y manteniendo los que ya hay, muy relevantes en la economía española. 

El transporte también deberá experimentar grandes cambios. Será necesario electrificar el transporte y aumentar el uso del transporte público, incrementando así la eficiencia de la movilidad, lo que de nuevo producirá más empleos.

El urbanismo y la ordenación del territorio son dos elementos fundamentales para aumentar la eficiencia de todos los procesos productivos, sean de trabajo o de ocio. Lo importante no es solo garantizar la movilidad sostenible sino mejorar la accesibilidad a los servicios, y esta se mejora con una buena ordenación del territorio y con mejoras urbanísticas. La mejora de la accesibilidad a los servicios permitirá reducir las necesidades de movilidad, construyendo la famosa ciudad de los 15 minutos. 

La forma de generar electricidad de las renovables está basada casi siempre en elementos modulares (paneles solares, aerogeneradores, …) que no requiere mucha inversión individualmente, lo que abre la puerta a la creación de cooperativas y de comunidades energéticas, etc., creando así nuevas vías para la participación ciudadana y la democratización de la energía.   

Todas estas transformaciones traerán consigo un desarrollo económico y la generación de numerosos puestos de trabajo, como muestran numerosos informes, elaborados por diferentes instituciones, desde ONGs hasta reputadas consultoras. Estos estudios muestran a las claras una ganancia neta de empleo a pesar de las pérdidas que se producen entre los sectores productivos que se interrumpirán para prescindir de las fuentes energética no renovables. La creación de nuevos puestos de trabajo compensará con creces esta pérdida. 

El problema es que estos puestos de trabajo no se van a crear necesariamente ni en los mismos lugares ni en los mismos sectores industriales donde se han destruido. Y que las empresas impulsoras de estos proyectos no son necesariamente PYMEs, sino que pueden ser las mismas grandes eléctricas.   

  1. Pero no hay que dejar a nadie atrás

Los apoyos sociales a estos profundos y necesarios cambios dependerán de que estos no generen grandes sectores de población damnificados, debido a las modificaciones del esquema productivo, y de que no contribuyan a aumentar la desigualdad.

Los sectores productivos que desaparezcan (por ejemplo las centrales nucleares, la minería del carbón y las centrales térmicas de carbón) serán sustituidos por otros que permitan la creación de empleos y la generación de riqueza. Sin embargo, no necesariamente en los mismos lugares y sectores. La interrupción de la minería del carbón supuso un fuerte impacto para las cuencas mineras y el cierre de térmicas como la de Andorra (Teruel) dio lugar a la pérdida local de la principal actividad económica de la zona. 

Esta sustitución de unas actividades industriales o mineras por otras implica profundos cambios en la estructura productiva, lo que ha venido en calificarse en justicia como una nueva revolución industrial. 

La experiencia en nuestro país con la reconversión industrial fue traumática. Dio lugar a numerosa destrucción de empleo y zonas arruinadas, lo que despertó una gran oposición popular. Debemos extraer lecciones de aquella experiencia para que la transición energética sea una buena noticia para todos y no deje a nadie atrás. Las ayudas, la fiscalidad, las inversiones y las políticas públicas de empleo serán fundamentales. 

La formación de los trabajadores para que puedan desempeñar los nuevos empleos pasa a ser también un elemento clave. De esta forma, los damnificados por la interrupción de una u otra actividad pueden tener oportunidades para reconvertirse y conseguir nuevos empleos. 

Finalmente, hay que prestar atención al territorio. El esquema del actual modelo energético está basado en buena medida en grandes centrales con fuerte influencia sobre el territorio. Estas centrales se construyeron normalmente en zonas relativamente deprimidas y con poca población, siempre al lado de una masa de agua para refrigerarlas. Estas instalaciones introdujeron un gran cambio del modelo productivo local. Sin embargo, el modelo de crecimiento económico que propiciaron resulta frágil, pues suele tratarse de un monocultivo económico que genera puestos de trabajo en la zona, relacionados siempre con la central. El principal aumento de población y del empleo local se produjo durante la construcción de la instalación. El problema aparece cuando la actividad se interrumpe: el modelo de la gran central no ha conseguido generar una verdadera red productiva local, sino que todo depende de su explotación. Por ello su cierre conllevará una crisis en la zona, con migraciones forzosas y más población que se quedará atrás. Si bien el cierre de la instalación tendrá siempre un fuerte impacto, este puede ser más o menos grave según la diversificación de la economía local.

Para evitar este problema hay que potenciar un modelo económico local que sea capaz de mantener la riqueza de la zona. Estas acciones deberían empezarse antes del cierre de la central, de tal forma que cuando este se produzca pueda mitigarse el choque. Una vez cerrada la central, deben potenciarse las inversiones en actividades sostenibles. Suelen aparecer oportunidades relacionadas con la propia infraestructura que se cierra, pues hay conexión a la red eléctrica, terrenos disponibles y una masa de agua.

  1. Recapitulación 

La transición energética es una parte central de la transformación ecológica. Esta es imprescindible para luchar contra el cambio climático y mitigar la crisis ecológica. Esta transición conlleva una serie de importantes oportunidades que permitirían introducir cambios en el modelo productivo del país y el avance de la democracia en la economía, con la participación y corresponsabilidad en la generación de energía. El transporte, el urbanismo y la ordenación del territorio deberían también experimentar cambios para reducir el consumo de energía.

Parece imposible que la ciudadanía se oponga a estos cambios, pues tienden a generar más bienestar. Sin embargo, hay que cuidar a los damnificados por la transición ecológica. No se prestó suficiente atención a la gente que la globalización dejó atrás, y esto dio lugar a un aumento de la extrema derecha y a fenómenos como el Brexit, las movilizaciones de los chalecos amarillos en Francia o la extensión de la antipolítica en general. En el caso que nos ocupa debemos aprender de esta experiencia y cuidar el territorio y la recolocación de los trabajadores y las trabajadoras, para lo que será fundamental la formación de estos para prepararlos para los nuevos empleos.