ES NECESARIO ENCARAR LA SALUD DE LA MUJER MAYOR DESDE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO
Siguiendo el criterio que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), sexo hace referencia a “las características biológicas y fisiológicas que definen a los hombres y las mujeres”, y género hace referencia a “los papeles, comportamientos, actividades y atributos construidos socialmente y que la sociedad considera apropiados para hombres y para mujeres”(1).
Conocer y tener en cuenta la diferencia entre sexo y género es aún discutido por razones ideológicas y políticas, de manera que el pensamiento conservador la ignora o la ataca directamente (2); sin embargo, tanto las ciencias aplicadas (medicina o psicología) como las sociales (antropología o sociología) abogan por esa diferencia crucial para llegar a entender y tratar tanto problemas específicos de salud física o mental de las mujeres, como los orígenes y contemporaneidad de las relaciones de poder entre hombres y mujeres (3).
¿Por qué las mujeres enfermamos más que los hombres cuando somos mayores? Por una variedad de razones que son achacables al machismo del sistema patriarcal (4) que aún impera en nuestros días, y que van desdeconvivir con un estrés permanente
porque cuidamos de otros y nos descuidamos nosotras, hasta haber sufrido malnutrición, maltrato o abusos en edades tempranas. Hoy sabemos que son estos factores, denominados muy apropiadamente como “de violencia social encubierta hacia las mujeres”, (5) y no la supuesta fragilidad femenina, los que determinan que las mujeres sufran, en mayoría abrumadora respecto a los hombres, demencia senil y alzheimer, trastornos de alimentación, depresión, ansiedad o fibromialgia.
Porque sigue habiendo un sesgo de género permanente tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de nuestros ciclos vitales, de la menstruación a la menopausia hasta llegar a los «achaques de vieja». Sesgo que tiene su origen en la concepción
predominante, también entre buena parte del colectivo médico, de una mayor debilidad física de las mujeres, y que desemboca, por un lado, en no prestar atención a lo que las propias pacientes manifiestan sobre sus síntomas, y , en definitiva, en aplicar falsas soluciones ya predeterminadas, como son la medicalización y la sobreprotección.
propias pacientes manifiestan sobre sus síntomas, y, en definitiva, en aplicar falsas soluciones ya predeterminadas, como son la medicalización y la sobreprotección. La Asociación de Mujeres Ocio y Salud parte de un programa pionero contra la fibromialgia que surgió en la década de los 90 en el Cerro del Águila (Sevilla). En su centro de salud acudían numerosas mujeres con fuertes dolores y falta de movilidad que les impedía realizar una vida normal. La receta para la enfermedad: antidepresivos, un medicamento inservible. Pero Pilar Romero, una religiosa de la Hermandad de las Asuncionistas, decidió cambiar el rumbo y creó esta organización que existe hasta nuestros días https://mujeresdelsur.es/la-rotonda-mas-feminista-de-sevilla-llevara-el-nombre-de-maria-reyes-jimenez/
¿Por qué no hemos heredado la sabiduría de nuestras abuelas, ni la medicina ha tenido en cuenta remedios terapéuticos contrastados por la experiencia, de unas dolencias sufridas sin atención médica porque se consideraban “cosas de la edad”? Tenemos prótesis dentales, auditivas y ópticas, así como cirugía avanzada para las articulaciones; pero, todo ello cuesta dinero, y sólo una pequeña parte lo cubre el Sistema Público de Salud, siendo cada vez menos por las políticas neoliberales de gobiernos insensibles a las necesidades de los más pobres y las más vulnerables
LA SALUD Y EL EDADISMO:
Dice Susan Sontang que “la belleza, la ocupación de las mujeres en esta sociedad, es el teatro de su esclavitud. Y solo se aprueba un canon de belleza femenina: la jovencita” (6). Siendo esto así, llegar a ser “mayor”, es decir y en los tiempos actuales, rematadamente vieja (7) -dándole a la palabra la dignidad que merece y no como insulto, puede ser verdaderamente un calvario, dado que la vejez es considerada actualmente no sólo como un desgaste físico sino, sobre todo, como una “patología social” o una “enfermedad moral”. Esta situación afecta de manera especial a las mujeres, porque dado ese viejo patrón de belleza descrito por Sontang, que muchas de nosotras hemos aceptado y cumplido siguiendo los patrones tradicionales de género, nuestros cuerpos desnudos son considerados, al contrario que los de los hombres, “repugnantes […] obscenos [lo que provoca un] horror visceral frente a la carne femenina que envejece […] un miedo radical a la mujer integrado profundamente en esta cultura [que ignora, si no desdeña], el daño psicológico que sufren las mujeres por esta idea misógina de la belleza” (8).
Existe una discriminación médica doble, por ser mujer y por ser mayor, dándose el caso de que, como dice una de las más prominentes investigadoras de la salud en las mujeres, Carme Valls Llobet, “hasta los últimos años del siglo pasado, la mayoría de los conocimientos científicos que se utilizaban para tomar decisiones sobre el diagnóstico y tratamiento de las mujeres se habían basado en estudios que se habían realizado sólo entre hombres” (9) , por lo que las mujeres hemos venido siendo, como señala la misma Carme Valls en el título de su libro de 2020 ya mencionado, Mujeres invisibles para la medicina.
Somos calificadas de depresivas, ansiosas y quejicas, pero, lo que es cierto es que padecemos ms enfermedades crónicas y discapacidades que los hombres a partir de cierta edad y a pesar de que nuestra esperanza de vida es superior a la de los hombres en cinco años y medio (ver Nota 7). Por otra parte, esa mayor longevidad respecto a los hombres propicia que la soledad no deseada sea sufrida por cada vez más mujeres y, a su vez, sea la causa de problemas mentales -en 1981 éramos apenas el 19%, pero actualmente representamos casi el 30%, y, si esto no se remedia, se estima que hacia el año 2031 habrá casi dos millones de mujeres mayores de 65 años viviendo solas. Como demuestran recientes estudios sociológicos, médicos y psicológicos, esta situación no es “natural” ni tiene porqué ser una maldición, porque las causas de todo ello son, más bien, las condiciones de vida en las que han vivido la mayoría de las mujeres han sido más precarias y dependientes que las vividas por los hombres de su generación, pesando más en las dolencias de ellas el estilo de vida impuesto por el patriarcado que factores biológicos o hereditarios.
PARA DESCARGARNOS DE TODOS ESTOS PESOS SON NECESARIAS POLÍTICAS DE SALUD ESPECÍFICAS PARA MUJERES MAYORES
Unas pensiones de viudedad o no contributivas dignas y suficientes, ya que la preocupación por no llegar a fin de mes lleva a muchas mujeres, primero, a no descansar bien, y, finalmente, a la depresión, la ansiedad y los accidentes cardio- vasculares.
El fortalecimiento de la comunidad y la asociación para paliar los efectos de la soledad no deseada (Centros de Mayores, de Día y Residencias de Proximidad, Centros de Igualdad y Asociaciones Vecinales).
Mayores recursos financieros para la Investigación y la Atención Primaria, así como para las especialidades de Psicología y Psiquiatría.
Instrumentos de medición rigurosos en manos de los y las profesionales de la salud, que les permitan trabajar con perspectiva de género, como el “inventario IVISEM”, por ejemplo (10).
ATERRIZANDO EL TEMA EN NUESTRA PROPIA EXPERIENCIA COMO MUJERES MAYORES
– En estos momentos, las Asociaciones Vecinales de Aluche y Puerto Chico y la Plataforma de Pensionistas de Aluche-Latina están reivindicando un Centro de Día y un Centro de Mayores en Aluche, uno de los barrios más envejecidos de Madrid, y también de los más infradotados en centros públicos de estas características.
– Otra reivindicación pendiente en el distrito es la de una mejor accesibilidad al transporte público en estaciones de metro y cercanías Renfe, así como en edificios de uso comunitario. En este sentido, la Asociación Vecinal del Barrio de Las Águilas tiene intención de solicitar Turno Vecinal para presentar en Pleno Municipal la necesidad de financiación para mejorar la accesibilidad a su local, ya que los cuatro tramos de escalera actuales hacen muy difícil e incluso imposible el acceso a personas mayores o con movilidad reducida
(1) VINAGRE GONZÁLEZ, Agustina Mª y Marta E. APARICIO GARCÍA, Violencia social encubierta hacia la mujer. Socialización diferencial, victimización y salud. Barcelona: Boch Editor. 2021: 42
(2)Como afirma Josep Miró i Ardèvol, autor habitual de Forum Libertas: […] el feminismo de género […] Una concepción ahora hegemónica, convertida en ideología de Estado, tiene la característica no suficientemente advertida de ser ferozmente antagónica con la concepción cristiana, no ya de fe, sino solo (sic) cultural y de moralidad”. https://www.forumlibertas.com/la-crisis-de-la-izquierda-y-del-liberalismo-de-genero-a-causa-del-caso-errejon/. O, también, del mismo autor, cuando dice que se trata de: […] señalar el constructivismo extremo de la perspectiva de género, que ignora la preeminencia de los factores biológicos en la identidad y el comportamiento humano”, en: https://www.forumlibertas.com/la-cultura-hegemonica-perspectiva-de-genero/
(3) SÁNCHEZ LÓPEZ, Mª del Pilar, Coord. (2013) La salud de las mujeres. Análisis desde la perspectiva de género. Madrid: Síntesis; VALLS LLOBET, Carme (2020) Mujeres Invisibles para la medicina. Desvelando nuestra salud – Prólogo de Anna FREIXAS. Madrid: Capitán Swing; Interesante, una visita a la página web de Toolkit de Género: https://fundar.org.mx/toolkit-de-genero/?e-page-4baa501=4
(4) Entendiendo el PATRIARCADO como “una forma de organización política, económica, religiosa y social basada en la idea de autoridad y liderazgo del hombre, en la que se da el predominio de los hombres sobre las mujeres; del marido sobre la esposa; del padre sobre la madre y los hijos e hijas; y de la línea de descendencia paterna sobre la materna”. https://laindependent.cat/es/proyecto-rpa-reconocimiento-perdon-y-abolicion/
(5) VINAGRE GONZÁLEZ & APARICIO GARCÍA, 2021: 155
(6) SONTANG, Susan (textos de 1972-74) De las mujeres. Barcelona: En Debate/Penguin Random House. 2024: 34
(7) España ocupa el puesto número 3 en longevidad femenina, con una media de edad de 85,9 años al morir, tras Macao (88,0) y Japón (87,1). La tasa media de longevidad masculina en España es de 80,4 años, ocupando el puesto 16 del ranking de esperanza de vida por países. https://www.datosmundial.com/esperanza-de-vida.php#by-population
(8) SONTANG, Susan (Id.) 2024: 36-38
(9) “Morbilidad diferencial entre mujeres y hombres”, Feminismo/s, 18, diciembre 2011: 281
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