En el seno del mundo ecologista se ha extendido una teoría, o mejor, una familia de teorías bajo la palabra decrecimiento.
El punto común de todas ellas es que es necesario decrecer en consumo, en la producción, en la economía, para resolver los problemas ambientales que nos acucian. Para ello defienden la austeridad, la disminución del consumo y un cambio profundo de valores sociales. Pero llegan más allá e impugnan la idea de progreso y critican toda la estructura científica. Las teorías decrecentistas quieren construir un mundo más sencillo, menos poblado y con mucho menos protagonismo para la ciencia y la tecnología. De hecho propugnan una vuelta al mundo rural con sus formas de vida tradicionales. Se opone a la modernidad e impugna la sociedad occidental… [Continua leyendo]
Un artículo de Francisco Castejón para Berrituz nº77.